8 de diciembre de 2013

LA INMACULADA CONCEPCIÓN DE MARÍA

«Declaramos, pronunciamos y definimos que la doctrina que sostiene que la Santísima Virgen María, en el primer instante de su Concepción fue, por singular gracia y privilegio de Dios onmipotente, en previsión de los méritos de Cristo Jesús, Salvador del género humano preservada inmune de toda mancha de culpa original, ha sido revelada por Dios y, por tanto debe ser firme y constantemente creída por todos los fieles» [InD, DS 2800-2804].


La creencia de que la Santísima Virgen nunca tuvo pecado, ni siquiera el pecado original, existió desde los primeros siglos de nuestra era cristiana. San Ireneo, jurista romano del siglo II escribió: "El nudo de la desobediencia de Eva quedó suelto por la obediencia de María". Un poema de San Efrén de Siria (Siglo IV) reza así: "Ciertamente tú (Cristo) y tu Madre sois los únicos que habéis sido completamente hermosos, pues no tenéis defecto ni mancha alguna".

Junto a esta creencia, hubo cristianos, incluso santos que mostraron dudas de carácter teológico. La redención de Cristo fue universal. Cristo, con su Pasión, muerte y resurrección redimió a "todos los hombres".

Después de años de estudio y de debate se fueron aclarando las ideas y apareció la clave para coordinar el dogma de la "redención Universal de Cristo" y "La Inmaculada Concepción de María". María fue también salvada del pecado original por los méritos de Cristo; pero no después de caer en él, como nos ocurrió a nosotros, sino antes de caer en él.  Diríamos que, por un provilegio especial de Dios, que deseaba hacerse para sí una madre perfecta, le dió una salvación más perfecta que a nosotros: La "preservó"; esto es la sujetó para que no cayese en el pecado que todo ser humano cae irremediablemente. Como si el pecado original fuese un pozo en el que todos caemos; pero María fue sujetada por Dios para que no cayese.

Por eso, cuando el día 8 de diciembre del año 1854 el papa Pílo IX publicó la Bula "Inefabilis Deus" en la que definía el dogma de la Inmaculada Concepción de María, no hizo sino recoger con diligencia y sancionar  con su autoridad la voz de los Santos Padres y de toda la Iglesia creyente en ese dogma.

EL ADVIENTO


EL ADVIENTO

¿QUÉ ES EL ADVIENTO?
La palabra "Adviento" procede de "Advenimiento". Es un tiempo de esperanza, en el que los cristianos, igual que el pueblo judío, esperamos que Dios cumpla sus promesas de salvación.
LOS DOS ASPECTOS O PERIODOS DEL ADVIENTO:
Este tiempo de esperanza desarrolla dos aspectos o periodos:
Un primer periodo más escatológico, orientado a la espera de la venida gloriosa de Cristo. Vivimos la esperanza de la venida del Señor en todos sus aspectos: Rememorando la primera venida del Señor de hace dos mil años, aceptamos a Cristo que viene cada día a nosotros y nos preparamos a su venida gloriosa al final de los tiempos.
El segundo periodo se orienta más directamente a la preparación de la Navidad. En él somos invitados a vivir con más alegría, porque se van a cumplir las promesas prometidas por Dios a su pueblo. Vendrá el Señor a salvarnos.
Para hacer sensible esta doble preparación de espera, la liturgia suprime durante el Adviento una serie de elementos festivos: Se suprime el Gloria, los adornos festivos, el decorado de la iglesia es más sobrio y el color litúrgico es morado… Todo esto es una forma de expresar que nos falta algo; esperamos que llegue el Salvador y nos llene de
LAS CUATRO SEMANAS DEL ADVIENTO:
El adviento consta de cuatro semanas en las que Domingo a Domingo nos vamos preparando para la venida del Señor. La primera de las semanas de adviento está centrada en la venida del Señor al final de los tiempos.
La liturgia nos invita a estar en vela, manteniendo una especial actitud de conversión. La segunda semana nos invita, por medio del Bautista a «preparar los caminos del Señor»; esto es, a mantener una actitud de permanente conversión. Jesús sigue llamándonos, pues la conversión es un camino que se recorre durante toda la vida.
La tercera semana preanuncia ya la alegría mesiánica, pues ya está cada vez más cerca el día de la venida del Señor.
Finalmente, la cuarta semana ya nos habla del advenimiento del Hijo de Dios al mundo. María es figura, central, y su espera es modelo y estímulo de nuestra espera.
LOS PERSONAJES DEL ADVIENTO:
Los personajes que aparecen en los primeros domingos son los profetas; principalmente Isaías que nos anuncia la reconciliación de Dios con su pueblo y las promesas de salvación que Dios promete cumplir por medio de su Mesías. Posteriormente se presenta Juan el Bautista, anunciando al Salvador que está para llegar; y finalmente María que, como madre de Jesús y madre nuestra, prepara mejor que nadie la llegada de Jesús y nos enseña a prepararnos para que puedan ser cumplidas en nosotros las promesas de Dios.
LOS GRANDES TEMAS DEL ADVIENTO:
Primer domingo: "Vigilad"  en la espera de la venida del Señor. Durante esta primer semana las lecturas bíblicas y la predicación son una invitación con las palabras del Evangelio: "Velad y estad preparados porque no sabéis cuándo llegará el momento". Tratamos de revisar nuestra relación con los demás y nos reconciliamos con los que nos rodean.  Este primer domingo encendemos la primera vela morada de la corona de Adviento.
Segundo domingo: "La Conversión y la Reconciliación con Dios", nota predominante de la predicación de Juan Bautista: Convertíos, porque está cerca el Reino de Dios”. “Preparad el camino al Señor”. En esta semana, la Iglesia nos invita a reconciliarnos con Dios. Encendemos la segunda vela morada de la corona de Adviento.
Tercer domingo: "Alegraos", porque el Señor está cerca. Está a punto de cumplir sus promesas. “Los ciegos ven, los inválidos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan y a los pobres se les anuncia el Reino de Dios…” Como signo de gozosa esperanza encendemos la vela rosa de la corona de Adviento.
Cuanto domingo: "Preparemos con María la gran fiesta". Nadie prepara mejor el nacimiento de un niño que su madre. María nos enseña a preparar la gran fiesta del nacimiento del Salvador. Nosotros, reconciliados con Dios y con los hermanos, en compañía de María, madre de Dios y madre nuestra, vivimos la armonía, la fraternidad y la alegría de esperar con ilusión el nacimiento de Jesús nuestro Salvador, que viene a nacer en nuestros corazones y a transformarnos en hombres nuevos. Encendemos la cuarta vela morada de la Corona de Adviento.