9 DE MARZO
MIÉRCOLES DE CENIZA
Hacia el año 1300 antes de Cristo, en la noche de la primera luna llena de primavera, los israelitas celebraron, por orden de Moisés, una cena muy especial, en la que sacrificaron un cordero. Con la sangre pintaron el marco de la puerta de casa; y, sin romperle ningún hueso, comieron su carne asada en las ascuas.
A esa cena, le llamaron "Pascua", que significa "Paso", porque el ángel exterminador "pasó" matando a los primogénitos de Egipto, para salvar a los israelitas de la esclavitud.
Por mandato de Moisés, en la noche de la primara luna llena de primavera de cada año los israelitas celebrarán la Cena de Pascua, en acción de gracias por su liberación.
El cordero sacrificado, al que no se le podía romper ningún hueso, era figura de Cristo, "Cordero de Dios", que nos liberará de la esclavitud del pecado y de la muerte.
LA PASCUA CRISTIANA
1300 años después, en la fiesta de la Pascua judía, Jesús, mediante su Pasión, Muerte y Resurrección, realiza la "liberación definitiva" de la esclavitud del pecado y de la muerte de toda la humanidad: Por su muerte y resurrección destruyó nuestra muerte (pecado) nos abrió el camino de nuestra propia resurrección.
Ésta es la "Pascua cristiana": el Paso liberador de Dios: el Paso de la muerte a la vida. La fiesta más importante de los cristianos.
LA CUARESMA:
Pocos años después del 380 d. C., la iglesia pensó muy acertadamente que esta fiesta tan importante debería de ir precedida de una preparación singular, de una cuarentena de purificación, en la que los cristianos, a semejanza de los cuarenta días de ayuno de Jesús en el desierto, nos dedicaríamos a la oración, al ayuno y a la penitencia, para conseguir la conversión del corazón. A esta cuarentena le llamamos "Cuaresma". Para muchos la cuaresma servía de preparación al sacramento del Bautismo que recibirían durante la celebración de la Vigilia Pascual.
En principio, la cuaresma dura cuarenta días; pero como los domingos, por ser días festivos no son días de ayuno, la iglesia, para que hubiese 40 días de ayuno, colocó el principio de la cuaresma en el miércoles de la séptima semana antes del domingo de Resurrección. A este miércoles le llamamos "Miércoles de Ceniza". (siete semanas son 49 días, a los que les hemos de quitar 7 domingos más lunes y martes anteriores al miércoles de ceniza.)
Lo específico de la cuaresma es conseguir la "Reconciliación con Dios y con los hermanos". Esta doble reconciliación está integrada por la penitencia y la conversión, que conllevan el Arrepentimiento sincero, la Confesión sacramental de nuestros pecados, y el cambio de vida, siguiendo a Cristo.
Ya en el Antiguo Testamento, los judíos acostumbraban a cubrirse de ceniza cuando hacían algún sacrificio y los ninivitas también usaban la ceniza como signo de su deseo de conversión de su mala vida a una vida con Dios.
En los primeros siglos de la Iglesia, las personas que querían recibir el Sacramento de la Reconciliación el Jueves Santo, se ponían ceniza en la cabeza y se presentaban ante la comunidad vestidos con un "hábito penitencial". Esto representaba su voluntad de convertirse.
De ahí toma la iglesia el rito de imponer la ceniza en la parte más noble de nuestro cuerpo: la frente. Nos costa que en el siglo XI ya se imponía la ceniza tal y como lo hacemos nosotros, al comenzar la cuaresma.
La imposición de las cenizas nos recuerda que nuestra vida en la tierra es pasajera y que nuestra vida definitiva se encuentra en el Cielo. Que somos seres pequeños, dependientes, que los alardes de grandeza que sentimos sólo nos llevan a nuestra perdición. Que somos polvo y hemos de volver al polvo, dejándonos aquí todo lo material, y que sólo nos podremos llevar a la otra vida el amor a Dios y a los hermanos y lo que hayamos realizado movidos por ese amor.
Las palabras que suele decirnos el sacerdote son alguna de estas frases:
"Concédenos, Señor, el perdón y haznos pasar del pecado a la gracia y de la muerte a la vida"
"Recuerda que polvo eres y has de volver al polvo"
"Arrepiéntete y cree en el Evangelio".
Como vemos, la ceniza no es un rito mágico, no nos quita nuestros pecados, para ello tenemos el Sacramento de la Reconciliación. Es un signo de arrepentimiento, de penitencia, pero sobre todo de conversión. Es el inicio del camino de la Cuaresma, para acompañar a Jesús desde su desierto hasta el día de su triunfo que es el Domingo de Resurrección.
EL AYUNO Y LA ABSTINENCIA:
El miércoles de ceniza y el viernes santo son días de ayuno y abstinencia. La abstinencia obliga a partir de los 14 años y el ayuno de los 18 hasta los 59 años. El ayuno consiste en hacer una sola comida fuerte al día y la abstinencia es no comer carne. Este es un modo de pedirle perdón a Dios por haberlo ofendido y decirle que queremos cambiar de vida para agradarlo siempre.
LA ORACIÓN
Siempre es muy importante la oración para el cristiano; pero en este tiempo, necesitamos acercarnos más a Dios, para que él cambie nuestro corazón. Necesitamos convertirnos, para que Dios sea el centro de nuestra vida. Sólo en la oración encontramos el amor de Dios y la dulce y amorosa exigencia de su voluntad.
LA PENITENCIA
No conviene confundir penitencia con sacrificios. La penitencia es una actitud de cambio interior (Metanoia), que nos llevará ineludiblemente a un cambio en nuestras actitudes y en nuestras actuaciones.
Para ello, necesitamos hacer sacrificios, que fortalezcan nuestra voluntad. Estos sacrificios han de escogerse de la vida diaria, en el trabajo, en las relaciones familiares, en la comida...
Necesitamos que estos sacrificios no entristezcan nuestra vida, sino que por el contrario los hagamos llenos de alegría, ya que los realizamos por amor a Dios y a los hermanos. Así nos lo explica Jesucristo: "Cuando ayunéis no aparezcáis tristes, como los hipócritas que desfiguran su rostro para que los hombres vean que ayunan; en verdad os digo, ya recibieron su recompensa. Tú cuando ayunes, úngete la cabeza y lava tu cara para que no vean los hombres que ayunas, sino Tu Padre, que está en lo secreto: y tu padre que ve en lo secreto, te recompensará. " (Mt 6,6).