31 de marzo de 2011

10 DE ABRIL; DOMINGO 5º DE CUARESMA

YO SOY LA RESURRECCIÓN Y LA VIDA

JESÚS ES EL MESÍAS, EL HIJO DE DIOS

Para los cristianos, como para Marta y María, es de capital importancia vivir en el convencimiento de que Jesucristo es el Mesías, el Hijo de Dios hecho hombre, enviado por el Padre para salvarnos del mal. "Sí, Señor, creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que debía venir al    mundo."  (Juan, 11, 27)

Las hermanas de Lázaro, ante la gravedad de la enfermedad de su hermano, envían un mensajero a Jesús para decirle: "Señor, el que tú amas, está enfermo".(Juan, 11, 3).

Tanto Marta como María creen firmemente en el poder de Jesús; de forma que, aún muerto y enterrado puede ser salvado de la muerte, si se lo pide al Padre. "Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano; pero aún ahora, Dios te concederá lo que le pidas" (Marta) (Juan, 11, 21-22)."Si hubieras estado aquí no hubiera muerto mi hermano" (María) (Juan, 11, 32)

JESÚS, NO SÓLO ES DADOR DE VIDA; ES LA MISMA VIDA.

Jesucristo no sólo da sentido a nuestra vida, sino que nos entrega una vida en plenitud, que permite que nos desarrollemos en todas las dimensiones; porque Jesucristo es la Resurrección y la vida: "Yo soy la Resurrección y la vida(Juan, 11, 25)."

La vida que nos regala Jesucristo no termina con la muerte; transciende esta vida y se prolonga en la eternidad. "El que cree en mí, aunque haya muerto vivirá; y el que está vivo y cree en mí no morirá para siempre" (Juan, 11, 26)
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JESÚS ESTÁ POR ENCIMA DE LA VIDA Y DE LA MUERTE.

Por eso, un momento después se oye la voz llena de autoridad de Jesucristo mandando: "Lázaro, ven fuera." "El muerto salió con los pies y las manos atados con vendas y el rostro envuelto en un sudario" (Juan, 11, 43-44) 


Es muy fácil hacer esta afirmación: "Yo soy la resurrección y la vida...". Mucho más difícil es demostrarla; porque esto supone encontrarse por encima de la vida y de la muerte; y sólo Dios está por encima de la vida y de la muerte. Si Jesús es capaz de devolverle la vida a un cadáver que huele mal, porque lleva cuatro días muerto, no es debido a un poder humano, por muy desconocido que nos resulte; sino porque Dios está con él; y él actúa en nombre de Dios. «Jesús, levantando los ojos al cielo, dijo: "Padre, te doy gracias porque me escuchas. Yo sé que siempre me escuchas, pero te pido por esta gente que me rodea, para que crean que tú me has enviado"». (Juan, 11, 42

De nuevo la voz imperativa de Jesús: "Desatadlo y dejadlo caminar" (Juan, 11, 44).

LA VIDA DE JESÚS LA RECIBIMOS EN EL BAUTISMO.

El Bautismo nos "injerta en Cristo" . Una vez Bautizados, la vida de Cristo pasa a nosotros, participando de la vida del Resucitado. Nos convertimos en personas resucitadas; pudiendo decir como San Pablo: "Ya no soy yo quien vive, es Cristo quien vive en mí". (Gálatas, 2, 20)


LA RESURRECCIÓN DE LÁZARO NOS PREPARA A RECIBIR LA BUENA NOTICIA DE NUESTRA PROPIA RESURRECCIÓN.


Los cristianos, unidos a Cristo por el Bautismo, caminamos con Cristo hacia dos grandes victorias: La victoria sobre el pecado que lleva a la muerte; y la victoria sobre la misma muerte, que queda vencida por la Resurrección y la glorificación.

Por eso: La Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo, vivida intensamente por los cristianos, nos lleva a morir al hombre viejo, egoísta y ambicioso, para resucitar con Cristo a un Hombre Nuevo lleno, hijo de Dios lleno de la Gracia y de la vitalidad del Padre.