8 de febrero de 2011

EL CRISTIANO ANTE LA LEY

"NO HE VENIDO A ABOLIR LA LEY Y LOS PROFETAS, SINO A DARLE PLENITUD..."

EL CRISTIANO ES UN SER LIBRE.

Los cristianos, por el Bautismo, formamos el Reino de Dios; este Reino en el que Dios es el Padre, y todos formamos la familia de Dios, que no sólo mira las apariencias, sino hasta el interior de cada hombre.

El hijo nunca es esclavo, sino libre, incluso ante las leyes.

Cuando cumplimos las leyes por miedo a las sanciones, simplemente por imperativo legal, nos hacemos esclavos de ellas; las leyes nos esclavizan. Cuando estamos convencidos de que su acatamiento es conveniente para nosotros y necesario para el mejor funcionamiento de las cosas y de las instituciones, las cumplimos libremente, aunque nadie nos obligue. En ese sentidos somos libres ante las leyes.

Esto es lo que quiere decir Jesucristo cuando afirma que a la ley hay que darle plenitud: No sólo cumplimos la ley, sino que le damos un sentido nuevo: el sentido propio del Reino de Dios: Un sentido familiar.

SE ACABARON LOS FORMULISMOS Y LAS APARIENCIAS EXTERNAS:

Necesitamos superar los formulismos de los letrados y fariseos. "Si no sois mejores que los letrados y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos."

Y prosigue Jesucristo con varios ejemplos:


Homidicio: Oísteis que se os dijo: "No matarás..." No sólo no matarás, sino que amarás a tu prójimo, porque es tu hermano. Y no pretenderás relacionarte con el Padre, mientras tengas problemas con tu hermano. "Si cuando vas a poner tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas de que tu hermano tiene quejas contra ti, deja allí tu ofrenda y vete primero a reconciliarte con tu hermano..."

Adulterio: Oísteis que se os dijo: "No adulterarás..." No sólo no adulterarás, sino que evitarás todo mal deseo; porque "El que mira a una mujer deseándola, ya ha sido adúltero en su interior".

Divorcio: Está mandado: "El que se divorcie de su mujer, que le dé acta de repudio". Pues yo os digo: "El que se divorcie de su mujer, excepto en caso de prostitución, la induce al adulterio; y quien se casa con la divorciada también comete adulterio".

Juramento: Se mandó a los antiguos: "No jurarás en falso". Pues yo os digo: "No juréis nunca, ni por el cielo... ni por la tierra... ni por tu cabeza..." "A vosotros os basta decir "sí" o "no"."
Tú tienes tal dignidad, por ser hijo de Dios, que no necesitas jurar. Eres serio y veraz. Cuando alguien necesita jurar es porque es un mentiroso y ha perdido su credibilidad.