21 de febrero de 2011

LA VIRTUD DE LA POBREZA EVANGÉLICA

LA ECONOMÍA DENTRO DEL REINO DE DIOS. (Domingo VIII, T.O.)

"No podéis servir a Dios y al dinero. Por eso os digo: no estéis agobiados por la vida pensando qué vais a comer ni por el cuerpo, pensando con qué os vais a vestir".(Mt. 6, 24-25)

Jesús nos recomienda cuatro veces que no nos agobiemos por nuestras necesidades económicas; porque si nos agobiamos, nos hacemos servidores de ellas, cuando son ellas las que nos tienen que servir, a nosotros que tenemos la dignidad de ser hijos de Dios.

Nos recomienda que todas las realidades económicas de nuestra propia existencia, tanto las elementales: Comida y vestido, como las demás: hipoteca, luz, agua, gastos del coche, gastos de educación de nuestros hijos... las dejemos en manos de Dios, nuestro Padre, fundamentalmente por estos mivos:
  • Porque Dios nos ha dado la vida, que vale más que la comida.
  • Y también nos ha dado el cuerpo y la salud, que valen más que el vestido.
  • También porque por mucho que nos agobiemos no podremos alargar una hora el tiempo de nuestra vida.
Si Dios nos da lo más importante, puede darnos también lo menos importante.
  • Porque Dios alimenta a los pájaros del cielo.
  • Y viste expléndidamente a los lirios del campo.
¿No hará mucho más por nosotros que somos sus hijos?

Quien se obsesiona por las necesidades temporales, tiene una fe incierta, que se opone al amor paternal de Dios. Cuando nos agobiamos, las realidades materiales nos esclavizan y nos separan de Dios, haciéndonos creer que ha sido Él quien nos ha olvidado y se ha alejado de nosotros, como le ocurrió al pueblo de Irsrael en el exilio, que pensaba que Dios se había olvidado de ellos y le había abandonado.
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Los cristianos, que vivimos el Reino de Dios, tenemos la certeza de que Dios, nuestro padre nunca nos abandona, porque posee entrañas de misericordia mayores que las de cualquier padre o madre terrenos.

¿Puede una madre olvidarse de su criatura, no conmoverse por el hijo de sus entrañas? - Pues aunque ella se olvide, yo no te alvidaré" (Is. 49, 15)

Tenemos que tener en cuenta que, esta confianza en Dios no suprime los sufrimientos, las desgracias e infortunios de la vida. En cualquier caso hemos de tener en cuenta:
  • Que  en todo momento estamos en brazos de Dios nuestro Padre, que siempre está con nosotros, nos acompaña y nunca nos abandona.
  • Que Todas las cosas que nos ocurren, las permite para nuestro bien, aunque en muchas ocasiones nos cueste mucho trabajo entenderlo.
"SOBRE TODO BUSCAD EL REINO DE DIOS Y SU JUSTICIA; LAS DEMÁS COSAS SE OS DARÁN POR AÑADIDURA".

El Evangelio nos transmite la sabiduría para vivir la pobreza evangélica con paz y serenidad:
  • Aceptando el pasado con todas sus consecuencias.
  • Viviendo el presente en paz, sin agobios ni angustias, sabiendo que estamos en los brazos de Dios. Orando constantemente al Padre para que no nos deje caer en la tentación, nos libre del maligno y nos dé la salud y el trabajo para ganarnos el pan de cada día.
  • Dejando el futuro en manos de Dios nuestro Padre que nunca nos abandona ni se olvida de nosotros, en la confianza de que siempre mirará por nuestro bien.
"Sólo en Dios descansa mi alma,
porque de él viene la salvación;
sólo él es mi roca y mi salvación,
mi alcázar, no vacilaré.

Descansa sólo en Dios, alma mía,
porque él es mi esperanza,
sólo él es mi roca y mi salvación,
mi alcázar: no vacilaré.

De Dios viene mi salvación y mi gloria;
Él es mi roca firme;
Dios es mi refugio.
Pueblo suyo, confiad en él,
desahogad ante él vuestro corazón. (Sal. 61, 2-3. 6-7. 8-9ab).