30 de enero de 2011

EL CAMINO PARA LA VERDADERA FELICIDAD

LAS BIENAVENTURANZAS

El ser humano está creado para la felicidad. Por eso, nos pasamos la vida pretendiendo "ser felices", y buscando en todas partes nuestra felicidad.

Dos cosas tenemos que plantearnos:

  1. ¿En dónde buscamos la felicidad? - Porque todas las cosas, por ser creadas por Dios, contienen algo de felicidad. No nos satisfacen plenamente; por eso estamos siempre buscando más y más cosas. La verdadera felicidad no puede estar en la acumulación de cosas materiales. La verdadera felicidad está en Dios. Él es la fuente de la felicidad.
  2. ¿Qué clase de felicidad buscamos? - Porque hay felicidades momentáneas que engendran un largo sufrimiento... y felicidades que se consiguen como consecuencia de un largo proceso de esfuerzo y sacrificio. "Lo que vale, cuesta". La verdadera felicidad se consigue con esfuerzo y sacrificio. "Entrad por la puerta estrecha, porque ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la pardición y muchos son los que entran por él. Por el contrario, angosta es la puerta y estrecho el camino que lleva a la vida, y pocos son los que lo encuentran." (Mateo, 7, 13-14)

Jesús propone las bienaventuranzas como el único camino para conseguir la verdadera y auténtica felicidad. Por tres motivos:

  • Porque son un estilo de vida, con unos valores, que nos garantizan la verdadera y auténtica felicidad, en esta vida y en la otra: Aceptar una vida de pobreza, porque nuestra riqueza nos viene de Dios, sufrir y llorar para que Dios nos consuele, trabajar por la justicia y por la paz, para que en el mundo se cumpla el plan de Dios, y podamos vivir como corresponde a los hijos de Dios, compadecernos de las miserias humanas, como Dios se compadece de ellas, tener un corazón limpio, para que nada nos impida ver a Dios, ser perseguido, insultado, calumniado de cualquier modo por la causa de Jesús... significa levantarnos de la tierra y del barro, volando por los espacios propios de los hijos de Dios.
  • Porque no nos proporcionan una felicidad pasajera, sino eterna, auténtica, profunda... que va más allá de las satisfacciones superficiales y terrenas.
  • Porque sólo seremos plenamente felices, cuando pongamos nuestra confianza en Dios, dejando lo demás en segundo plano. "Buscad el Reino de Dios y su justicia; y las demás cosas se os darán por añadidura". (Mateo, 6,33)

Aquellos que viven las Bienaventuranzas son felices, Porque:

  • Porque Dios está con ellos; y Dios es la fuente de la felicidad.

  • Porque se la juegan por Dios; y Dios nunca se deja ganar en generosidad. Van a contrapelo del mundo, pero a favor de Dios. Por eso son incomprendidos, calumniados, perseguidos... y por consiguiente recompensados por Dios.

  • Porque los que actúan así "son los Hijos de Dios". Herederos, por tanto de su Reino.

Conclusión: A los humanos no nos basta cualquier felicidad. Buscamos la felicidad perfecta que nos llene y nos sacie plenamente. Esa felicidad no la encontraremos en las cosas materiales, sólo en Dios. Por tanto:

  • No seremos felices en esta vida, mientras no vivamos las bienaventuranzas.
  • No entenderemos ni viviremos las bienaventuranzas hasta que "NOS FIEMOS PLENAMENTE DE DIOS", y lo pongamos en el centro y en el motor de nuestra existencia.