9 de junio de 2010

JUNIO: MES DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

"Tanto amó Dios al mundo, que envió a su Hijo Unigénito, para que el mundo no perezca, sino para que el mundo se salve por Él."

Jesucristo vive el amor del Padre, que le lleva a "entregarse hasta la muerte y una muerte de cruz". Así su Cuerpo es entregado por nosotros y su Sangre es derramada para la remisión de los pecados.

Después de veintiún siglos, los cristianos no sólo no amamos como Cristo ama, sino que seguimos ofendiendo a Dios y a los hermanos.

Por eso, el mismo Jesucristo, que permanece con nosotros hasta el fin del mundo, nos invita a vivir el amor a Dios y a los hermanos, como él lo vivió, hasta entregarse por nosotros. "Nadie tiene más amor que el que da la vida por sus amigos..."

En esto consiste fundamentalmente la devoción al Sagrado Corazón de Jesús.

Esta devoción al Sagrado corazón de Jesús ha existido desde los primeros tiempos de la Iglesia, cuando se meditaba en el costado y el Corazón abierto de Jesús, de donde salió sangre y agua. De ese Corazón nació la Iglesia y por ese Corazón se abrieron las puertas del Cielo. La devoción al Sagrado Corazón está por encima de otras devociones porque veneramos al mismo Corazón de Dios. Se proclamó en el medioevo mediante los escritos de santa Matilde de Hackeborn, santa Gertrudis de Helfta y la beata Ángela de Foligno uno de los testimonios más antiguos.

Pero fue Jesús mismo quien estableció definitiva y específicamente la devoción a su Sacratísimo Corazón, en el siglo diez y siete, en Paray-le-Monial, Francia, mediante las apariciones a Santa Margarita María de Alacoque, de la Orden de la Visitación de Santa María, en las que le dijo que quienes oraran con devoción al Sagrado Corazón, recibirían algunas gracias divinas. Su confesor San Claudio de la Colombière, creyendo en las revelaciones místicas que recibía, propagó la devoción.

El 16 de junio de 1675 se le apareció Nuestro Señor y le mostró su Corazón a Santa Margarita María de Alacoque. Su Corazón estaba rodeado de llamas de amor, coronado de espinas, con una herida abierta de la cual brotaba sangre y, del interior de su corazón, salía una cruz. Santa Margarita escuchó a Nuestro Señor decir: "He aquí el Corazón que tanto ha amado a los hombres, y en cambio, de la mayor parte de los hombres no recibe nada más que ingratitud, irreverencia y desprecio, en este sacramento de amor."

Con estas palabras Nuestro Señor mismo nos dice en qué consiste la devoción a su Sagrado Corazón. La devoción en sí está dirigida a la persona de Nuestro Señor Jesucristo y a su amor no correspondido, representado por su Corazón. Dos, pues son los actos esenciales de esta devoción: amor y reparación. Amor, por lo mucho que Él nos ama: Reparación y desagravio, por las muchas injurias que recibe sobre todo en la Sagrada Eucaristía.

En mayo de 1673, el Corazón de Jesús le dio a Santa Margarita María para aquellas almas devotas a su Corazón las siguientes promesas:

* Les daré todas las gracias necesarias para su estado de vida.
* Les daré paz a sus familias.

* Las consolaré en todas sus penas.

* Seré su refugio durante la vida y sobre todo a la hora de la muerte.

* Derramaré abundantes bendiciones en todas sus empresas.

* Los pecadores encontrarán en mi Corazón un océano de misericordia.

* Las almas tibias se volverán fervorosas.

* Las almas fervorosas harán rápidos progresos en la perfección.

* Bendeciré las casas donde mi imagen sea expuesta y venerada.

* Otorgaré a aquellos que se ocupan de la salvación de las almas el don de mover los corazones más endurecidos.

* Grabaré para siempre en mi Corazón los nombres de aquellos que propaguen esta devoción.

* Yo te prometo, en la excesiva misericordia de mi Corazón, que su amor omnipotente concederá a todos aquellos que comulguen nueve Primeros Viernes de mes seguidos, la gracia de la penitencia final: No morirán en desgracia mía, ni sin recibir sus Sacramentos, y mi Corazón divino será su refugio en aquél último momento.

Los jesuitas propagaron la devoción por el mundo a través de los miembros de la compañía, los libros de los jesuitas Juan Croisset y José de Gallifet fueron fundamentales para esta difusión. A pesar de las controversias y de los opositores, entre ellos los jansenistas. Mas los fieles confiaron en la promesa que Jesús hizo a la Santa: "Mi Corazón reinara a pesar de mis enemigos"'.

La consagración pública de España al Sagrado Corazón fue hecha primero por Carlos María de los Dolores de Borbón y Austria-Este (Carlos VII de España) y después Alfonso XIII lo hará de forma oficial en Getafe, en el Cerro de los Ángeles, centro geográfico de la Península Ibérica.

El hermano de don Carlos Mª de los Dolores, el infante don Alfonso de Borbón y Austria-Este (Alfonso Carlos I) publicó el 3 de junio de 1932 un Decreto sobre el Escudo Nacional, donde entronizó en él el Sagrado Corazón.

Durante la Guerra Civil española muchos soldados del bando nacional llevaban Sagrados Corazones de fieltro adheridos a la ropa para detener las balas enemigas; se les llamaba "detentes".

El padre Mateo Crawley-Boevey SS.CC. idealizó un movimiento de regeneración de las familias y de la sociedad a través de una cruzada moral. Fundó así la Obra de la Entronización del Sagrado Corazón en los hogares con repercusiones en todo el orbe. Uno de sus intereses era conseguir el establecimiento del Reinado Social.

A mediados del Siglo XX, el capuchino Italiano San Pío de Pietrelcina, y el Beato León Dehon promovieron y revivieron el concepto de la oración dirigida al Sagrado Corazón de Jesús.

También los papas han promovido esta devoción al Sagrado Corazón de Jesús:

  • Pío VI en la encíclica "Auctorem Fidei" menciona esta devoción
  • León XIII en su encíclica "Annum Sacrum" (25-V-1899) llega a decir que la humanidad en su totalidad ha de ser consagrada al Sagrado Corazón de Jesús, consagración que realizó el 11 de Junio del mismo año.
  • Pío XII en su encíclica "Hauretis Aquas" desarrolla el culto al Sagerado Corazón de Jesús, que queda en parte plasmado en el punto 478 del Catecismo de la Iglesia Católica: "Jesús, durante su vida, su agonía y su pasión nos ha conocido y amado a todos y a cada uno de nosotros y se ha entregado por cada uno de nosotros: "El Hijo de Dios me amó y se entregó a sí mismo por mí" (Ga 2, 20). Nos ha amado a todos con un corazón humano. Por esta razón, el sagrado Corazón de Jesús, traspasado por nuestros pecados y para nuestra salvación (cf. Jn 19, 34), "es considerado como el principal indicador y símbolo...del amor con que el divino Redentor ama continuamente al eterno Padre y a todos los hombres" (Pio XII, Enc."Haurietis aquas": DS 3924; cf. DS 3812).