El ser humano está creado para la felicidad. Por eso, nos pasamos la vida pretendiendo "ser felices", y buscando en todas partes nuestra felicidad.
Dos cosas tenemos que plantearnos:
- ¿En dónde buscamos la felicidad? - Porque todas las cosas, por ser creadas por Dios, contienen algo de felicidad. No nos satisfacen plenamente; por eso estamos siempre buscando más y más cosas. La verdadera felicidad no puede estar en la acumulación de cosas materiales. La verdadera felicidad está en Dios. Él es la fuente de la felicidad.
- ¿Qué clase de felicidad buscamos? - Porque hay felicidades momentáneas que engendran un largo sufrimiento... y felicidades que se consiguen como consecuencia de un largo proceso de esfuerzo y sacrificio. "Lo que vale, cuesta". La verdadera felicidad se consigue con esfuerzo y sacrificio. "Entrad por la puerta estrecha, porque ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la pardición y muchos son los que entran por él. Por el contrario, angosta es la puerta y estrecho el camino que lleva a la vida, y pocos son los que lo encuentran." (Mateo, 7, 13-14)
Jesús propone las bienaventuranzas como el único camino para conseguir la verdadera y auténtica felicidad. Por tres motivos:
- Porque son un estilo de vida, con unos valores, que nos garantizan la verdadera y auténtica felicidad, en esta vida y en la otra: Aceptar una vida de pobreza, porque nuestra riqueza nos viene de Dios, sufrir y llorar para que Dios nos consuele, trabajar por la justicia y por la paz, para que en el mundo se cumpla el plan de Dios, y podamos vivir como corresponde a los hijos de Dios, compadecernos de las miserias humanas, como Dios se compadece de ellas, tener un corazón limpio, para que nada nos impida ver a Dios, ser perseguido, insultado, calumniado de cualquier modo por la causa de Jesús... significa levantarnos de la tierra y del barro, volando por los espacios propios de los hijos de Dios.
- Porque no nos proporcionan una felicidad pasajera, sino eterna, auténtica, profunda... que va más allá de las satisfacciones superficiales y terrenas.
- Porque sólo seremos plenamente felices, cuando pongamos nuestra confianza en Dios, dejando lo demás en segundo plano. "Buscad el Reino de Dios y su justicia; y las demás cosas se os darán por añadidura". (Mateo, 6,33)
Aquellos que viven las Bienaventuranzas son felices, Porque:
- Porque Dios está con ellos; y Dios es la fuente de la felicidad.
- Porque se la juegan por Dios; y Dios nunca se deja ganar en generosidad. Van a contrapelo del mundo, pero a favor de Dios. Por eso son incomprendidos, calumniados, perseguidos... y por consiguiente recompensados por Dios.
- Porque los que actúan así "son los Hijos de Dios". Herederos, por tanto de su Reino.
Conclusión: A los humanos no nos basta cualquier felicidad. Buscamos la felicidad perfecta que nos llene y nos sacie plenamente. Esa felicidad no la encontraremos en las cosas materiales, sólo en Dios. Por tanto:
- No seremos felices en esta vida, mientras no vivamos las bienaventuranzas.
- No entenderemos ni viviremos las bienaventuranzas hasta que "NOS FIEMOS PLENAMENTE DE DIOS", y lo pongamos en el centro y en el motor de nuestra existencia.