4 de febrero de 2011

VOSOTROS SOIS LA "LUZ DEL MUNDO"

Desde antiguo, los profetas anunciaban la presencia del mesías como "Una Luz" que iluminaría al pueblo: "El pueblo que habitaba en las tinieblas vio una luz grande,  a los que vivían en tinieblas y en sombras de muerte una luz les brilló." (Is. 9, 2); Levántate, brilla Jerusalén, que llega tu luz; la gloria del Señor amanece sobre ti! Mira: las tinieblas cubren la tierra, la oscuridad los pueblos, pero sobre ti amanecerá el Señor, su gloria aparecerá sobre ti; y caminarán los pueblos a tu luz; los reyes al resplandor de tu aurora..." Is. 60, 1)

El Evangelista San Mateo, relatando los comienzos de la predicación de Jesús hace incapié en que cumplió la profecía del profeta Isaías:  "Al enterarse Jesús que habían arrestado a Juan, se retiró a Galilea. Dejando Nazarat, se estableció en Cafarnaún, junto al lago, en el territorio de Zabulón y Neftalí. Así se cumplió lo que había dicho el profeta Isaías: << País de Zabulón y país de Neftalí, camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los gentiles. El pueblo que habitaba en tinieblas, vio una luz grande; a los que habitaban en tierra y en sombra de muerte, una luz les brilló>>. Entonces comenzó Jesús a predicar diciendo:  Convertíos, porque está cerca el Reino de Dios". (Mt, 4, 12-17)
Jesucristo se define a sí mismo como la "Luz del mundo": "Yo soy la Luz del mundo" (Jn, 8, 12). Luz que es transmitida a todos aquellos que le siguen: "El que me sigue no anda en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida". (Jn, 8, 12).

Y nos anima a que esa luz resplandezca y brille para que ilumine a todos los que están en la casa: "...No se enciende una vela para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de la casa." (Mt, 5, 15).

¿Cómo ha de brillar nuestra luz? Con nuestras buenas acciones; así nos lo enseña el profeta Isaías: "Parte tu pan con el hambriento, hospeda a los pobres sin techo, viste al que va desnudo y no te cierres a tu propio egoísmo. Entonces, romperá tu luz como la aurora, enseguida te brotará la carne sana; te abrirá camino la justicia, detrás irá la gloria del Señor. Entonces clamarás al Señor y te responderá. Gritarás  y te dirá: "Aquí estoy". Cuando destierres de ti la opresión, el gesto amenazador y la maledicencia, cuando partas tu pan con el hambriento y sacies el estómago del indigente, brillará tu luz en las tinieblas, tu oscuridad se volverá mediodía". (Is. 58, 7-10).

Por eso Jesús insiste: "Alumbre así vuestra luz  a los hombres para que vean vuestras vuenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en el cielo." (Mt, 5, 15-16)

La predicación del Evangélico más eficaz no consiste en hablar mucho, sino en hacer obras de luz; en tesminoniar nuestra fe con nuestras obras: porque la palabra mueve, pero el ejemplo arrastra.